A la Deriva

En el anochecer tranquilo, el agua susurra bajo el viejo puente cubierto de musgo. El viento acaricia suavemente las hojas como susurros de antiguos secretos dormidos. La luna, un farol en el cielo oscuro, ilumina el sendero de piedras húmedas. Pequeños peces nadan, creando ondas, cada movimiento, una danza armónica. Lejos, el canto de una lejana cigarra rompe el silencio con su serena melodía. Me siento a la deriva en este río del tiempo, contemplando la serena belleza del ahora. A la luz de la luna, los recuerdos flotan, el pasado y el presente se funden suavemente. Me embriaga el perfume de las flores que bailan suavemente en la brisa nocturna. Aquí, en la quietud, el espíritu se calma, el corazón encuentra paz entre las sombras. Dejo que la noche me envuelva con su calma, y en su abrazo, hallo mi sereno descanso.