El paso del tiempo

Al caer la tarde, bajo la luz suavizada del sol, los cerezos aún conservan su promesa de floración. El murmullo del río refleja el paso del tiempo, un eco sereno que mece mis pensamientos. El viento suave acaricia las hojas, y en su danza, encuentro compañía en mi soledad. El firmamento se tiñe de lavandas y dorados, narrando historias de días pasados. El canto lejano de un ave nocturna, es un recordatorio de la paz en la continuidad. La luna, mi confidente, asoma en su lugar, delicada en su curso, constante en su luz. Así, encamino mis pasos hacia el cierre del día, abrazando en el crepúsculo del ocaso, la promesa de un nuevo amanecer. Oh, sereno sendero de la vida, donde el tiempo se desliza con gracia. Bajo este cielo de añil y seda, reflexiono sobre lo efímero y lo eterno, en la quietud, un refugio. Con cada soplo del viento, el fluir del agua, el danzar de las sombras, me despido del día y sus encantos, abrazando la noche llena de sueños y susurros.