La quietud de la nieve

La luz de la luna ilumina cada rincón, lentamente la nieve cae sobre el campo, sin prisa, en un silencio absoluto. Los árboles, vestidos de blanco puro, sus ramas cobijan el frío del invierno, mientras la tierra respira en la penumbra. Los copos dibujan sueños etéreos, sus formas delicadas flotan en el aire, en una danza que evoca la paz y la calma. El sonido de la nieve al tocar el suelo se mezcla con el susurro del viento, un canto a la serenidad de la noche. Bajo el cálido manto, la naturaleza duerme, sumida en un tranquilo letargo, a la espera de las caricias del sol. En la distancia, el río susurra suavemente, susurrando secretos al oír su cauce, recordando los días brillantes por venir. La luna observa desde su trono celeste, como un guardián nocturno que vigila el mundo, mientras los sueños nacen, suaves y serenos. Un horizonte de promesas y esperanzas en el tranquilo refugio de la noche, donde el alma halla consuelo en su estampa. Así es la quietud de esta noche de invierno, pura y calmada, con su manto de nieve, donde el corazón se siente en paz y acogido.